sábado, 27 de octubre de 2012

CAPITULO 37


Dos días después…

Los días pasaban y todo era igual. Los matones se turnaban para vigilarme. La herida del labio ya había cicatrizado.

Era de noche y uno de los matones se fue y me quede por primera vez sola con Alex.

Me tapo la boca con celo y me quito de la silla. Estaba sonriendo todo el rato y no sabia por que. Me llevo en brazos al sofá y me tumbo.

- La parte divertida empieza ahora.

Al saber de lo que hablaba comencé a moverme para que no me tocase. Se tumbo encima mía y comenzó a besarme el cuello. No podía gritar ni hacer nada. La impotencia comenzó a salir en forma de lágrimas de mis ojos.

- No llores si solo va a ser un momento.

Y comenzó a quitarme la camiseta.

La puerta se abrió de golpe y Alan agarro a Alex quitándole de encima de mí, le tiro contra el suelo y comenzó a pegarle.

Intente gritar para que me oyera aun con el celo. Se giro y me miro furioso. Me desato y me quito el celo de la boca:

- Au- grite

- Lo siento.

Me coloque la camiseta y me acerque a Alex que estaba en el suelo golpeado.

- Te dije que no te librarías.

Nadie se dio cuenta de que llevaba las pistolas metidas en el pantalón. Me limpie las lágrimas. Saque una de ellas y me miro atónito:

- Vas a sentir lo que yo acabo de sentir.- Y le dispare a la pierna, no me sentía capaz de matarlo.

Alan me agarro de la mano y salimos corriendo. Me monte en su coche y salimos pitando de ahí.

En todo el trayecto no hablamos nada. Llegamos a un hotel y alquilamos una habitación. No quería hablar con el. Entre en la habitación. Era sencilla con una cama de matrimonio y un baño. Había un ventanal que daba a la playa, era precioso. Me iba a meter a duchar:

- Toma- me dio una camisa.

- Gracias- le dije sin ganas.

Llevaba cuatro días sin ducharme y después de lo que acababa de suceder me sentía sucia. Tenía algunos moratones en el cuerpo por el forcejeo contra Alex. Las muñecas y los tobillos con marcas de las cuerdas. Me metí en la ducha y mientras me duchaba lágrimas caían por mis ojos.

Me puse la camisa que me quedaba por encima de las rodillas y salí.

No mire a Alan y me senté en la cama. El se metió en la ducha.

Estaba enfadadísima con el, así que cogí su almohada y una manta y se las tendí en el suelo.

Me senté en la cama y comencé a ver la tele. Alan salio del baño y miro hacia el suelo.

- ¿Y eso?

- Tu cama.- dije mientras apagaba la tele y me tumbaba.

- ¿Por qué? – me pregunto.

- Porque no pienso dormir con un imbécil.

- Venga Sara ¿déjame dormir contigo?

- No, estoy muy cabreada contigo.

Me gire y le mire. Tan solo llevaba unos pantalones cortos. Me mordí el labio y volví a girarme dándole la espalda.

De repente tenía a Alan sobre mí agarrándome las manos.

- ¿Me perdonas?

Negué con la cabeza:

- ¿Y si te doy esto?- mientras me daba un beso en la mejilla.

Negué intentando contener una sonrisa:

- ¿Y aquí?- después de darme un beso en la comisura de los labios.

Volví a negar.

- A la tercera va la vencida.

Y me beso tiernamente en los labios.

- ¿Y ahora me perdonas?

- No vale persuadir- dije mientras sonreía.

En un momento de distracción Alan me soltó la mano y yo me monte encima, le pellizque.

- ¿Pero que haces?

- Darte tu merecido- dije riéndome.

- De eso nada.

Nos dimos la vuelta y el acabo encima de mí. Comenzó a hacerme cosquillas.

- Alan, para- intentaba decir entre mis risas.

Como veía que no paraba le bese. Se distrajo besándome y yo le empuje haciendo que se cayera de la cama. Comencé a reírme. Me asome y le vi tirado en el suelo mirándome confundido. Le sonreí:

- Esto te pasa por no hacerme caso.

Me baje de la cama y le ayude a levantarse pero tiro de mi y me caí encima de el. Me beso dulcemente. Nos separamos por falta de aire:

- Alan quiero intentar dormir porque llevo cuatro días durmiendo en una silla.

- Es verdad lo siento.

Se levanto y  me ayudo a levantarme.

Me metí en la cama y cerré los ojos. Sentí como Alan me rodeaba con sus brazos y decía:

- Ven aquí.

Empezó a entrarme el sueño.

Comencé a tener un sueño. Volvía a estar atada de pies y manos y Alex intentaba volver a violarme.

Me levante sobresaltada. Estaba sudando y llorando. Mire a Alan y seguía dormido. Eran las 5 de la mañana no creo que volviera a tener sueño. Me levante con cuidado y me dirigí al baño. Me moje la cara y el cuello para relajarme. Después de esto me dirigí a la terraza que daba a la playa.

Comencé a mirar el mar y las pocas estrellas que quedaban en el cielo que empezaba a clarear. Pensar en la sensación de impotencia que acababa de volver a sentir me hizo comenzar a sollozar.

De ser la nueva en el instituto y de no conocer a nadie a que me conozca todo el mundo, de estar sola a enamorarme, de que me rompan el corazón y de ser perseguida por delincuentes. Mi vida había dado un giro de 180 grados, de ser la chica dulce y divertida a ser una chica fuerte aunque débil. Estaba confundida no sabia que hacer. Y lo de Alan era el colmo me dejaba y le perdonaba cada dos por tres.

Unos brazos fuertes me rodearon:

- ¿Por qué no estas en la cama?

- No podía dormir.

- Tienes que dormir algo.- mientras me besaba la cabeza.

- Pero es que no pue…-no me dejo terminar porque me había cogido en brazos.

- Alan, bájame- mientras nos dirigíamos a la cama.

- De eso nada, tienes que dormir porque hoy haremos algo que te va a gustar.

- ¿Si, y que es?

- Pues no te lo voy a decir.

Me dejo en la cama y me tapo con las sabanas. Se tumbo a mi lado y me abrazo:

- Venga duerme un poco.- me beso la frente.

Apoye mi cabeza en su pecho y mientras el me acariciaba. Sin previo aviso el sueño comenzó a apoderarse de mí.

domingo, 21 de octubre de 2012

CAPITULO 36



Me desperté y vi que Mario seguía dormido. Baje abajo a por un vaso de leche. Baje a la cocina y cuando abrí la nevera apareció Mario:

- Buenos días- le sonreí.

- Buenos días, ¿estas mejor?

Asentí. Manuel entro y nos miro a los dos. Yo llevaba la camisa de Mario y el estaba sin camiseta:

- ¿Me he perdido algo?- pregunto con una sonrisilla traviesa.

Estaba bebiendo leche y al entender la pregunta me atragante:

- Imbécil- le dije y el se rió

- Pues si- dijo Mario.

Le mire con cara asesina.

-¿El que?- pregunto Manuel curioso.

- Sara tiene una puntería que lo flipas y casi le vuela la cabeza a unos matones- Dijo emocionado.

Suspire de alivio.

- Cuéntame.

Se sentaron y Mario comenzó a contarle todo, yo mientras subí arriba a terminar algo que tenia pendiente.

 
Llame a Cristina y me dio la dirección donde nos encontraríamos. Busque en el armario y encontré ropa que me quedaba. Una chaqueta negra, con unos pantalones y camiseta del mismo color y unas botas:

- Perfecto- dije al mirarme al espejo.

Cogí el bolso y saque las dos pistolas. A la que ya le había quitado el seguro me la metí en el pantalón por la espalda y la tape con la chaqueta.

Mientras bajaba las escaleras comencé a revisar si la otra funcionaba:

- ¿A dónde vas?- me preguntaron Mario y Manuel alucinados.

- A solucionar una cosa.

- Sara por favor no cometas locuras.

- Es por si acaso. ¿Me dejas la moto?

- No.

- ¿Estáis seguros?- dije mientras levantaba la pistola de broma.

- Vale- dijeron los dos a la vez.

Comencé a reírme. Me dieron las llaves. Me monte en la moto y comencé a conducir. La casa del padre de Cristina estaba bastante lejos.

Tarde una hora en llegar. La casa era bastante grande y estaba metida en un bosque. En la entrada estaba Cristina esperándome:

- Que oscura.

Le sonreí. Entramos a la casa. Era sotisficada y elegante. Había varios matones en la puerta pero nos dejaron entrar. Fuimos a la oficina de su padre y ahí estaba el sentado en una silla. Era bajo y gordo de unos 40 años, calvo y fumando un puro. Parece el típico mafioso pero de verdad era así.

- Papa te presento a una amiga.

Le tendí la mano:

- Sara encantada.

- El placer es mío- dijo mirándome de arriba abajo.- ¿Qué queréis chicas?

- Estamos haciendo un estudio sobre tu trabajo.- le contesto Cristina.

- ¿Lo sabe?- pregunto su padre.

Asentí.

- ¿Y que es lo que quieres saber?

- ¿No perdonas si alguien no paga el plazo?

Negó con la cabeza:

- ¿Nunca?

- No.

- ¿Por nada del mundo?

- No.

En ese momento apareció Alex con su compañero en el despacho me miro sorprendido:

- ¿La habéis encontrado?

Alex asintió aun mirándome.

- ¿La tenéis?

- Si.

- ¿Y donde esta?- pregunto el padre de Cristina.

Alex se acerco a el y le susurro al oído. Le mire con mala cara.

- Creo que ya hemos terminado. – mientras nos levantábamos las dos.

- De eso nada.- nos dijo el padre.

Alex se lanzo contra mí y yo le pegue un puñetazo en la nariz, después una patada en la entre pierna. Me agache y le susurre al oído:

- Esto por lo que acabas de hacer.

El padre de Cristina pego un silbido. Y todo pasó rápido. Dos hombres aparecieron y cogieron a Cristina, dándole un golpe hasta dejarla inconsciente. Y yo sentí un pinchazo en el cuello y me derrumbe.

 
En esa misma sala…

- Llevarla a la casa de la playa y avisar al chico de que la tenemos.

- Si, jefe.

Y se llevaron a Sara en el hombro.

 
Instantes después en una casa abandonada…

Me aburría demasiado. No tenía nada que hacer. ¿Qué estaría haciendo Sara? De repente mi móvil empezó a sonar.

- ¿Diga?

- Te has quedado sin chica.

- ¿Cómo?

- Como lo oyes, la suerte esta de nuestra parte. Era escurridiza pero en un intento de ayudarte la pillamos.

- Cabrones, ¿Cómo le toquéis un solo pelo no sabes la que se os viene encima?

- Date prisa que el tiempo pasa. Tic, tac, tic, tac. - y colgó.

Rápidamente cogí algo de dinero y ropa y salí corriendo.

 

Mientras en una casa en la playa…

Me desperté algo confusa. Estaba atada de pies y manos a una silla.

- Soltarme.-Le dije a Alex que estaba ahí jugando a las cartas mientras me vigilaba.

- De eso nada. Esta es por todas las hostias que me has dado.

-  Ja, pues cuando me suelten no te vas a librar de otras más.

Mi móvil estaba en la mesa y comenzó a sonar:

- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

- Dos días.

- Mierda.

El móvil no paraba de sonar:

- Vas a contestar y vas a hacer como que no pasara nada.

Asentí. Me puso el móvil en el oído:

- Sara ¿Dónde estas?- Me pregunto Alan.

- Mama, relájate- comencé a decir para distraer a Alex.

- ¿Esta contigo alguien?

- Si.

- Dímelo.

- No mama he ido a la playa con unas amigas.

- ¿La casa en que calle esta?

Mire por la ventana y vi el nombre de la calle. Perfecto pensé.

- Es Santiago Verde.

Alex me dio un bofetón:

- ¡Te crees que soy estúpido!

- Pues si -le grite y me pego otro.

El labio me comenzó a sangrar.

- Sara tranquila ya voy a por ti.

- No hace falta...

- ¡Cállate!- me grito Alex.

- Como le hagas algo…

- ¿Vendrás y me pegaras o que?- Dijo riendo y colgó.

 
Mientras tanto en un coche en dirección a la casa de la playa…

Pensar que un imbécil estaba tocando a Sara por mi culpa me ponía furioso. Pise el acelerador. Iba a llegar como sea aunque tuviera que tardar dos días en llegar.

sábado, 13 de octubre de 2012

¡Sorpresa!

Bueno he hecho un cambio de look al blog. Que os parece? Queria que cambiara un poco a como era antes, creo que ya me aburria el anterior estilo que tenia. Y cada vez hay que renovarse asi que yo decidi que hoy era el dia de renovar mi blog con un estilo completamente distinto. Espero que os guste ;)  Besitos a tod@s.
Firmado: Sarus

P.D: he puesto una encuesta al final que me gustaria que votarais.

viernes, 12 de octubre de 2012

CAPITULO 35


CAPITULO 35

 
Mientras Sara dormía…

Nunca en mi vida he dormido tan bien como a su lado. Se que la estoy haciendo sufrir y quizá demasiado pero es por su bien. Nunca la voy a poder el olvidar. Estaba preciosa dormida. Eran las 5 de la mañana y pronto los demás se levantarían y no quería que estuviese dando explicaciones a todo el mundo. La quería como nunca había querido a ninguna chica y eso que había tenido varias, pero ella era especial. Se que se sentiría mal al despertarse por lo que le deje una nota:

- ``Lo siento, pero te quiero demasiado como para arriesgar tu vida por mi. Eres a la única chica que he querido de verdad´´

La di un último beso y me fui de esa habitación.

Baje las escaleras y salí corriendo de la casa con lagrimas amenazando salir de mis ojos. Sara tenia razón era un imbécil por haber arriesgado su vida y nuestro amor.

 

Unas horas después…

- Sara despierta.- me repetían mientras me movían.

Me gire sonriendo pensando que era Alan pero vi a Mario.

Salte de la cama y grite:

- ¡Alan!

- ¿Sara que te pasa?

Le mire confusa:

- Tuve un sueño.

- Bueno despierta que es la hora de desayunar.

- Vale en seguida bajo.

Y se fue por la puerta. Busque a Alan por todos los rincones de la habitación y no estaba por ninguna parte.

Me senté en la cama frustrada y vi que había una nota en el suelo la agarre y la leí:

- ``Lo siento, pero te quiero demasiado como para arriesgar tu vida por mi. Eres a la única chica que he querido de verdad´´

Se había vuelto a ir. Me había vuelto a dejar sola. Imbécil eso es lo que era. Iba a llamar a Cristina para ver a su padre hoy pero recibí un mensaje de mis amigas:

`` Hoy salimos de fiesta a celebrar tu triunfo´´

`` Claro´´ respondí, necesitaba distraerme. Tendría que aplazarlo para mañana.

No me apetecía desayunar por lo que baje al comedor y encontré a Mario, Manuel y Raúl desayunando.

- ¿A dónde vas?- me pregunto Manuel.

- No me puedo quedar lo siento.

Y salí corriendo por la misma puerta donde horas antes había estado Alan debatiéndose si quedarse o no.

 

Me dirige a casa andando aunque estuviese a larga distancia, necesitaba pensar y ese era el mejor momento. Comencé a caminar y a recordar todo lo que pase con Alan, cada beso, cada caricia, cada discusión, todo absolutamente todo. ¿Por qué a mi? Me preguntaba una y otra vez. Encuentro al chico que me completa y la estupidez me lo roba, no era justo.

Llegue a casa, subí las escaleras sin ganas. Me encerré en mi habitación y comencé a llorar apretando una almohada contra mi pecho.

 

Me desperté por el sonido del timbre. Me levante y baje a abrir la puerta:

- ¿Pero que te ha pasado?- pregunto Sandra mientras entraba y cerraba la puerta.

Les conté lo sucedido mientras subíamos a mi habitación. Clara me limpio las lágrimas que habían comenzado a salir de mis ojos:

- No te preocupes cielo ahora vamos a divertirnos.

Comenzaron a sacar ropa del armario hasta encontrar lo necesario, me alisaron el pelo y me maquillaron. Me vestí con una camiseta de tirantes negra con manchas de distintos colores, con unos pantalones negros altos hasta la cintura con un cinturón grueso. Unos zapatos de tacón en negro y amarillo:

- Me vais a matar esta noche.- comenzamos a reírnos las tres.

Agarre mi bolso negro y amarillo y salimos a olvidarnos de todo.

 

Llegamos a una discoteca bastante prestigiosa, yo no era de salir de fiesta pero hay una primera vez para todo. Eran las 10 de la noche y la discoteca estaba atiborrada de gente. Mis amigas comenzaron a beber y a bailar con todo el que se le pasara por delante. Yo me senté en la barra y pedí un cosmopolita. Las horas comenzaron a pasar y me bebí varios cosmopolitas, pero no hasta llegar a la borrachera. Estaba deprimida y deseaba salir de ahí. Me acerque a mis amigas y se lo dije. Mientras intentaba salir de la discoteca oí como me llamaban pero al girarme no vi nadie.

Salí fuera y respire el aire puro. Comencé a andar sin saber hacia donde. Note como me seguían, y al girarme confirme mis sospechas, dos hombres enormes como los de la otra vez venían detrás de mí. Vi como uno se alejaba hacia otro lado. Continué caminando hasta un callejón sin salida. Me gire y le plante cara:

- ¿Quieres algo?

- A ti.

Me reí. No sabia de donde había sacado tanta valentía debía ser la bebida que se me subió a la cabeza.

- Sabes no soy tan fácil.

- Eso ya lo veremos.

Se lanzo contra mí, le esquive haciéndole chocar contra la pared, se volvió a acercar pero esta vez le metí un puñetazo:

- Serás zorra

- No que va, no lo soy.- Mientras le pegaba una patada en el estómago.

Lo deje retorciéndose y me iba a ir, pero me agarro del pelo tirando de mi y estampándome con la pared. Puso su mano en mi cuello y me apretó contra la pared levantándome del suelo. Le intente arañar la mano para que me soltara pero no funciono:

- Tu novio es escurridizo.

- Yo no voy a ser menos.

Le metí una patada en la entrepierna haciéndole agacharse y le metí un codazo en el cuello.

Me fui y cuando ya iba a salir del callejón:

- Un paso mas y te vuelo la cabeza.

Me gire y sostenía un arma. No se como Mario apareció y le metió un puñetazo dejándole casi inconsciente. Me acerque corriendo a ver si estaba bien le di una patada al arma para que no la pudiera coger el hombre de nuevo:

- Esta bien, coge la pistola- dije segura.

Mario cogió el arma, vi al otro hombre por detrás de el con otra arma.

- Quietecitos los dos.

Me apunto a mí, estaba a demasiada distancia como para intentar quitársela. Tenia que usar mis encantos de mujer pera acercarme.

Me levante y comencé a andar sexymente hacia el:

- ¿Cómo te llamas guapo?

- Alex

- Alex, bonito nombre

- Gracias- se relamió los labios mientras me miraba de arriba a abajo, había conseguido lo que quería.

Lo tenia enfrente acerque mi mano hasta su camisa y le desabroché un botón.

- Pues si que tiene buen gusto el chico- dijo riéndose.

- Gracias.

Me acerque como si le fuera a besar, el cerro los ojos esperando un beso. Le agarre el brazo del arma y lo gire hasta retorcérselo detrás de su espalda y que soltase el arma.

La agarre y le estampe contra la pared. Mario miraba la escena sorprendido. Puse mi pie sobre el hombre que estaba en el suelo y apunte con la pistola a Alex.

- ¿Ahora que es lo que queréis?

No me contesto pero sentí que el que estaba debajo de mi pie se estaba removiendo.

- ¡Como te vuelvas a mover te perforo el pecho con el tacón! ¿Me entendiste?

Asintió. Volví mi atención hacia Alex.

- Contéstame o te disparo.

Alex se rió:

- Preciosa no creo que puedas.

- ¿No?

Negó con la cabeza. Agarre la pistola y observe que llevaba el seguro puesto y se lo quite. Vi como se sorprendía. Agarre la pistola entre mis manos y apunte hacia la pared cerca de su cabeza me asegure bien y dispare el gatillo. Un estruendo se oyó por todo el callejón. Alex tenía los ojos cerrados. Se giro y vio la bala incrustada en la pared a pocos centímetros de su cabeza. Pensareis que estoy siendo dura pero en el fondo estoy temblando, necesitaba aparentar esto para hacerme respetar.

- Ahora hablas o la próxima ira directa a tu cabeza.

- Hemos venido a por ti.

- ¿Por qué?

- Porque no conseguimos pillar a Alan- suspire de alivio.

- ¿Qué me ibais hacer?

- Raptarte.

- Pues dile a tu jefe que no lo va tener nada fácil.

Asintió.

- Nos os mováis hasta que me valla.

Comencé a caminar hacia la salida de espaldas sin quitarle el ojo de encima.

- Vamos Mario.

Salimos del callejón corriendo y nos montamos en el coche.

- ¿Tienes la pistola?- Le pregunte.

- Si.- mientras me la entregaba.

Las cogí y las guarde en mi bolso, por si las necesitaba utilizar alguna vez. Nos quedamos callados y ese fue el momento en que me derrumbe. Comencé a llorar en silencio y todo mi cuerpo me temblaba. Llegamos a la casa de Mario y me cogió en brazos y me llevo a la habitación donde solía dormir. Fue a su habitación y me trajo una de sus camisas para que pudiese dormir. Me metí en el baño temblando y me cambie. Salí y me senté al lado de Mario. Se levanto para irse pero le agarre del brazo:

- No, por favor no te vallas, necesito a alguien que me ayude ahora.

Me abrazo y me tumbe a su lado:

- Prométeme que no me vas a dejar, al menos como amigo.

Me beso la frente:

- Te lo prometo.

Y así entre los brazos de Mario me quede dormida, después de haber vivido una experiencia demasiado fuerte.
 
 
                                                                 Ropa de la discoteca
 

viernes, 5 de octubre de 2012

CAPITULO 34


CAPITULO 34

Salí por la puerta principal y abrí el garaje. Ahí se encontraba una moto negra y plateada. Era preciosa agarre el casco que había al lado.

Menuda locura estaba cometiendo. Mi padre me enseño a conducirla al cumplir los dieciséis pero siempre tuve miedo. ``Por Alan´´ me repetía una y otra vez.

Me monte en la moto y salí de la casa rápidamente. Me sentía bien conduciéndola.  Deje la ciudad detrás de mí y me adentre en unos edificios antiguos. Busque entre las calles el edificio que me dijo Cristina y lo encontré.  Aparque la moto enfrente del portal.

Empezó a llover y era de noche. El edificio no tenía ascensor así que comencé a subir las escaleras hasta la quinta planta. Estaba nerviosa busque el numero de la casa y me pare frente a la puerta.

¿Debía llamar o no? No sabía que hacer, ¿que le iba a decir cuando le viera? Uno de mis problemas era que pensaba demasiado, deje de pensar y toque en la puerta. Me gire contemplando el vestíbulo de la planta, era viejo con una moqueta verde en el suelo y las paredes blancas aunque ya no lo parecían por lo sucias que estaban. No paraba de dar con el pie en el suelo de lo nerviosa que estaba:

- ¿Quieres algo?

No me había dado cuenta de que habían abierto la puerta. Me gire y ahí estaba parado frente a mi con solo unos pantalones, el pelo mojado y una toalla en la mano. Vi como su cara se sorprendía al verme. Yo seguía analizándole de los pies a la cabeza. Estaba bien y perfecto.

- ¿Cómo me has encontrado?

No podía ni contestar, tenia unas ganas tremendas de llorar. Respire hondo:

- ¿Qué haces aquí?- me pregunto al ver que no respondía.

- ¡Que hago aquí!- le grite, las ganas de llorar se convirtieron en furia.

- Sara relájate.

- ¡Imbécil eso es lo que eres! ¿Cómo se te ocurre?- mientras le daba con mi dedo fuertemente en su pecho desnudo.

Me agarro y tiro de mí hacia dentro, cerrando la puerta con llave.

Le mire con odio:

- Sara te lo puedo explicar.

- Lo se todo- empecé a relajarme y me senté en un sofá raído.

- Es mejor que no nos volvamos….

- Ya lo se, pero Alan no puedo, tanto te cuesta entenderlo: ¡Estoy enamorada de ti!

Sin previo aviso un montón de lagrimas comenzaron a recorre mi cara.

Se acerco a mí:

- Sara por favor no llores, no hagas esto más difícil.

- ¡Difícil!- le grite levantándome- ¡tu fuiste el que lo complico todo! ¡No se te ocurrió otro regalo que costara menos de 20.000 euros! ¡Ahora ni siquiera te voy a poder ver! ¿Es esto lo que querías?

Se acerco y me abrazo. No podía negarlo por más que lo intentara, no podía enfadarme por mucho tiempo. Me comenzó a acariciar el pelo.

- Bueno tranquilízate ya veré lo que hacer.

Le mire a los ojos. Esos ojos verdes que tanto me encantaban y su sonrisa que podría quitar la respiración de cualquiera.

Me agarro del cuello y la cintura acercándome hacia el. Y nuestros labios se unieron en un profundo beso. Nunca podría olvidar la sensación que provocaba en mí ni el sabor de sus labios por más que lo intentara. Nos separamos para coger aire y unimos nuestras frentes:

- ¿Con que famosa?- me pregunto.

- ¿No se te ha ocurrido otra pregunta?- le sonreí.

Negó con la cabeza y volvió a besarme pero esta vez nuestras ansias de estar juntos controlaron nuestros cuerpos. El comenzó a quitarme la chaqueta e introdujo sus manos dentro de mi camiseta. Yo recorría con mis manos todo su pecho.

Alguien toco la puerta fuertemente. Nos separamos.

- ¿Quién será?

Se acerco a la puerta y observo por la mirilla.

- Mierda

- ¿Quién es?-  le pregunte.

- Son los matones. Ponte tu chaqueta.

Le hice caso y el se puso una camisa y su chaqueta.

- Vamos- me agarro la mano.

- ¿por donde vamos a salir?

- Por la escalera de incendios.

Salí primero por la ventana y Alan después de mí. Me agarro la mano y comenzamos a bajar las escaleras. Cuando estábamos apunto de llegar al suelo oímos un fuerte ruido venir de la casa donde estaba Alan y alguien asomarse por la ventana.

- ¡Corre! – grito Alan.

Comenzamos a correr.

- ¿En que has venido?

- En esa moto- le señale, que estaba a pocos metros de nosotros.

- ¿Cómo?

- No preguntes- le respondí sonriendo.

Llegamos a la moto y le di las llaves. Se monto y yo detrás de el.

- ¡Agárrate!

- ¡Rápido!- le avise al ver a dos hombres enormes venir corriendo.

Piso el acelerador y salimos rápidamente.  Pero vi como los hombres se montaban en un coche negro y nos comenzaban a seguir.

- ¡Alan nos siguen!- le grite sobre el ruido del viento.

- ¡Tranquila les daremos esquinazo!

Comenzamos a serpentear por todas las calles a una velocidad excesiva.

Dejamos atrás los edificios y rápidamente nos adentramos en la ciudad. Mire hacia atrás y vi que el coche ya no estaba.

- ¿Ahora donde vamos?

- ¿Dónde estabas antes de venir a buscarme?

- En casa de Mario.

Sentí que se ponía tenso.

Aparco en el garaje de Mario. Era más de la una de la noche.

- Ven puedes dormir en mi habitación conmigo.

Sonrió travieso.

- Pervertido- le dije mientras me reía.

Le agarre la mano y comenzamos a subir las escaleras despacio para no despertar a nadie. Llegamos a la puerta de la habitación donde me quedaba yo.

Abrí la puerta para entrar pero vi como la puerta de la habitación de Mario se abría. Empuje a Alan dentro de la habitación y cerré la puerta. Mario se asomo por la puerta:

- ¿Sara estas bien?

- Si gracias por preocuparte. Buenas noches.

- Buenas noches.- mientras se metía a su habitación.

No respire tranquila hasta que oí como se cerraba.

Entre en mi habitación y cerré la puerta detrás de mi. Alan se había metido al baño. Así que comencé a cambiarme. Me puse mi camiseta de tirantes y mi pantalón corto. Las dos prendas en lila.

Cuando me gire encontré a Alan apoyado en el marco de la puerta sin camiseta sonriendo con una sonrisa traviesa.

- ¿Desde cuando llevas mirando?- mientras me ponía colorada.

- Desde que te quitaste la primera prenda.- dijo sonriendo triunfador.

- Imbécil- le dije mientras pasaba riéndome a su lado hacia el baño.

- Pero un imbécil que te desea y al que tú quieres. –grito mientras me cepillaba los dientes. Me peine el pelo.

Volví a su lado en la cama y le di un beso:

- Eso no lo dudes.

Me tumbe a su lado. Y me rodeo con sus brazos. Apoye mi cabeza en su pecho y comencé a hacer dibujos en el con mis dedos.

- ¿Qué me has hecho?

- ¿A que te refieres?

- No puedo dejar de pensar en ti.

- Esa pregunta me hago yo misma.- le mire y le sonreí- eso que sientes se llama amor.

Se acerco a mí y me beso tiernamente:

- Venga duérmete que es tarde.

- Te quiero. -Le dije mientras le daba otro beso.

- Y yo más.- me sonrió.

Volví a apoyar la cabeza en su pecho, con las caricias que me daba rápidamente me quede dormida.

¿Que te parece la historia?