CAPITULO 34
Salí por la puerta principal y abrí el garaje.
Ahí se encontraba una moto negra y plateada. Era preciosa agarre el casco que
había al lado.
Menuda locura estaba cometiendo. Mi padre me
enseño a conducirla al cumplir los dieciséis pero siempre tuve miedo. ``Por
Alan´´ me repetía una y otra vez.
Me monte en la moto y salí de la casa rápidamente.
Me sentía bien conduciéndola. Deje la
ciudad detrás de mí y me adentre en unos edificios antiguos. Busque entre las
calles el edificio que me dijo Cristina y lo encontré. Aparque la moto enfrente del portal.
Empezó a llover y era de noche. El edificio no
tenía ascensor así que comencé a subir las escaleras hasta la quinta planta.
Estaba nerviosa busque el numero de la casa y me pare frente a la puerta.
¿Debía llamar o no? No sabía que hacer, ¿que le
iba a decir cuando le viera? Uno de mis problemas era que pensaba demasiado,
deje de pensar y toque en la puerta. Me gire contemplando el vestíbulo de la
planta, era viejo con una moqueta verde en el suelo y las paredes blancas
aunque ya no lo parecían por lo sucias que estaban. No paraba de dar con el pie
en el suelo de lo nerviosa que estaba:
- ¿Quieres algo?
No me había dado cuenta de que habían abierto la
puerta. Me gire y ahí estaba parado frente a mi con solo unos pantalones, el
pelo mojado y una toalla en la mano. Vi como su cara se sorprendía al verme. Yo
seguía analizándole de los pies a la cabeza. Estaba bien y perfecto.
- ¿Cómo me has encontrado?
No podía ni contestar, tenia unas ganas tremendas
de llorar. Respire hondo:
- ¿Qué haces aquí?- me pregunto al ver que no
respondía.
- ¡Que hago aquí!- le grite, las ganas de llorar
se convirtieron en furia.
- Sara relájate.
- ¡Imbécil eso es lo que eres! ¿Cómo se te
ocurre?- mientras le daba con mi dedo fuertemente en su pecho desnudo.
Me agarro y tiro de mí hacia dentro, cerrando la
puerta con llave.
Le mire con odio:
- Sara te lo puedo explicar.
- Lo se todo- empecé a relajarme y me senté en un
sofá raído.
- Es mejor que no nos volvamos….
- Ya lo se, pero Alan no puedo, tanto te cuesta
entenderlo: ¡Estoy enamorada de ti!
Sin previo aviso un montón de lagrimas comenzaron
a recorre mi cara.
Se acerco a mí:
- Sara por favor no llores, no hagas esto más
difícil.
- ¡Difícil!- le grite levantándome- ¡tu fuiste el
que lo complico todo! ¡No se te ocurrió otro regalo que costara menos de 20.000
euros! ¡Ahora ni siquiera te voy a poder ver! ¿Es esto lo que querías?
Se acerco y me abrazo. No podía negarlo por más
que lo intentara, no podía enfadarme por mucho tiempo. Me comenzó a acariciar
el pelo.
- Bueno tranquilízate ya veré lo que hacer.
Le mire a los ojos. Esos ojos verdes que tanto me
encantaban y su sonrisa que podría quitar la respiración de cualquiera.
Me agarro del cuello y la cintura acercándome
hacia el. Y nuestros labios se unieron en un profundo beso. Nunca podría
olvidar la sensación que provocaba en mí ni el sabor de sus labios por más que lo
intentara. Nos separamos para coger aire y unimos nuestras frentes:
- ¿Con que famosa?- me pregunto.
- ¿No se te ha ocurrido otra pregunta?- le
sonreí.
Negó con la cabeza y volvió a besarme pero esta
vez nuestras ansias de estar juntos controlaron nuestros cuerpos. El comenzó a
quitarme la chaqueta e introdujo sus manos dentro de mi camiseta. Yo recorría
con mis manos todo su pecho.
Alguien toco la puerta fuertemente. Nos
separamos.
- ¿Quién será?
Se acerco a la puerta y observo por la mirilla.
- Mierda
- ¿Quién es?-
le pregunte.
- Son los matones. Ponte tu chaqueta.
Le hice caso y el se puso una camisa y su
chaqueta.
- Vamos- me agarro la mano.
- ¿por donde vamos a salir?
- Por la escalera de incendios.
Salí primero por la ventana y Alan después de mí.
Me agarro la mano y comenzamos a bajar las escaleras. Cuando estábamos apunto
de llegar al suelo oímos un fuerte ruido venir de la casa donde estaba Alan y
alguien asomarse por la ventana.
- ¡Corre! – grito Alan.
Comenzamos a correr.
- ¿En que has venido?
- En esa moto- le señale, que estaba a pocos
metros de nosotros.
- ¿Cómo?
- No preguntes- le respondí sonriendo.
Llegamos a la moto y le di las llaves. Se monto y
yo detrás de el.
- ¡Agárrate!
- ¡Rápido!- le avise al ver a dos hombres enormes
venir corriendo.
Piso el acelerador y salimos rápidamente. Pero vi como los hombres se montaban en un
coche negro y nos comenzaban a seguir.
- ¡Alan nos siguen!- le grite sobre el ruido del
viento.
- ¡Tranquila les daremos esquinazo!
Comenzamos a serpentear por todas las calles a
una velocidad excesiva.
Dejamos atrás los edificios y rápidamente nos
adentramos en la ciudad. Mire hacia atrás y vi que el coche ya no estaba.
- ¿Ahora donde vamos?
- ¿Dónde estabas antes de venir a buscarme?
- En casa de Mario.
Sentí que se ponía tenso.
Aparco en el garaje de Mario. Era más de la una
de la noche.
- Ven puedes dormir en mi habitación conmigo.
Sonrió travieso.
- Pervertido- le dije mientras me reía.
Le agarre la mano y comenzamos a subir las
escaleras despacio para no despertar a nadie. Llegamos a la puerta de la habitación
donde me quedaba yo.
Abrí la puerta para entrar pero vi como la puerta
de la habitación de Mario se abría. Empuje a Alan dentro de la habitación y
cerré la puerta. Mario se asomo por la puerta:
- ¿Sara estas bien?
- Si gracias por preocuparte. Buenas noches.
- Buenas noches.- mientras se metía a su habitación.
No respire tranquila hasta que oí como se
cerraba.
Entre en mi habitación y cerré la puerta detrás
de mi. Alan se había metido al baño. Así que comencé a cambiarme. Me puse mi
camiseta de tirantes y mi pantalón corto. Las dos prendas en lila.
Cuando me gire encontré a Alan apoyado en el
marco de la puerta sin camiseta sonriendo con una sonrisa traviesa.
- ¿Desde cuando llevas mirando?- mientras me ponía
colorada.
- Desde que te quitaste la primera prenda.- dijo
sonriendo triunfador.
- Imbécil- le dije mientras pasaba riéndome a su
lado hacia el baño.
- Pero un imbécil que te desea y al que tú
quieres. –grito mientras me cepillaba los dientes. Me peine el pelo.
Volví a su lado en la cama y le di un beso:
- Eso no lo dudes.
Me tumbe a su lado. Y me rodeo con sus brazos.
Apoye mi cabeza en su pecho y comencé a hacer dibujos en el con mis dedos.
- ¿Qué me has hecho?
- ¿A que te refieres?
- No puedo dejar de pensar en ti.
- Esa pregunta me hago yo misma.- le mire y le
sonreí- eso que sientes se llama amor.
Se acerco a mí y me beso tiernamente:
- Venga duérmete que es tarde.
- Te quiero. -Le dije mientras le daba otro beso.
- Y yo más.- me sonrió.
Volví a apoyar la cabeza en su pecho, con las
caricias que me daba rápidamente me quede dormida.
Oh este es un capítulo totalmente romántico, me encanta :)
ResponderEliminarSi un episodia super romantico jajaja. Gracias, un beso
EliminarFirmado: Sarus
Me encantóo. sube pronto, que ganas jeje:)
ResponderEliminarTranqulia nos hare esperar mucho ;) Gracias, un beso
EliminarFirmado: Sarus