Llegamos a la comisaría.
- ¿Señorita Gómez?
- Si.
- Acompáñeme por favor.
Me llevo a una sala donde estaba una mujer:
- Hola soy la comisaría Sonia Martínez.
- Yo soy Sara Gómez.
- Por favor siéntese.
Me senté:
- No se si usted conocía a Tony. Era jefe de una de las
mafias más poderosas en este momento del país. No se que hizo Alan, se la tenia
jurada. Alan estuvo huyendo de país en país durante 4 años. Hace una semana
conseguimos pillar a Tony en un incendio en su mansión. Había varios cadáveres,
Encontramos pertenencias de Alan y decidimos que quizá estaría bien
devolvérselas a usted.
- ¿Me esta diciendo que Alan esta muerto?- pronuncie entre
lagrimas.
- No lo sabemos creemos que no pero tenemos que hacer la
autopsia a los cuerpos encontrados.- dijo dubitativa.
Horas antes en la comisaría…
- Hola Alan.
- Hola Sonia, necesito pedirte un favor.
- Si esta en mi mano pues claro.
- Necesito que mientas a Sara hoy, no le des ni esperanzas
ni la entristezcas.
- Pero Alan ¿como quieres que haga eso?
- Por favor.
- Alan si tanto la quieres ¿por que la mientes?
- Por su bien.
De nuevo en la comisaría…
- Sara tome aquí están las pertenencias de Alan.
Agarre la bolsa.
- Gracias.
Sali de la oficina. Encontré a Mario y a Manuel.
- Sara…
- Estoy bien solo necesito pasar tiempo sola.
- ¿A dónde quieres ir?- me pregunto Marcos, mi guardia de
seguridad.
- A la playa por favor.
Me monte en el coche con Mario y Manuel. En todo el trayecto
a la playa, estuve observando la bolsa con las pertenencias de Alan. La tenía
entre las piernas, no la abrí, no quería derrumbarme delante de todo el mundo.
Llegamos a la playa y me baje sola y deje que Marcos llevara
a Manuel y Mario.
Me acerque a la orilla y mientras lo hacia me quite los
zapatos.
Me senté en la arena y abrí al fin la bolsa. Estaba su
cartera y vi que tenia una foto nuestra en la playa, no pude evitar que mis
ojos comenzaran a escocerme por ganas de llorar. También estaba su teléfono,
pero estaba bloqueado, intente introducir varios nombres y fechas de
familiares. No se por que pero se me ocurrió meter mi nombre.
La pantalla se ilumino y apareció una foto de Alan haciendo
el bobo con…
Un momento esa era su sobrina Elisa. Mi corazón se acelero. Observando
bien la foto vi que era el cumple de Elisa por el enorme cartel de felicidades
que había atrás.
Ampliando la foto me di cuenta de que fue su último
cumpleaños hace aproximadamente 5 meses. Había gente detrás de ellos.
- ¡Oh no!- exclame sorprendida.
Era yo la que llevaba un vestido morado charlando con
Richard. Lo había tenido a siete pasos de mí y no lo vi.
Me levante, cogiendo las cosas de Alan conmigo y me monte en
el coche con Marcos que ya me estaba esperando:
- Llévame a casa de Rebeca.
Aun no me lo creía. Llegue al edificio. Me baje del coche y
me acerque a Marcos:
- No voy a tardar mucho. Espérame aquí.
Agarre el móvil de Alan y subí a toda velocidad hacia el
edificio. Llegué a la puerta y di varias veces al timbre. La niñera de Elisa me
abrió:
- ¿Esta Rebeca?
- Si, pero…
No la deje terminar entre de golpe. Llegue al comedor y me encontré
con toda la familia cenando:
- ¡Anda si estáis todos! Mejor.
- ¿Sara que pasa? – se levanto Rebeca.
- ¿Qué pasa, me preguntas? Toma y dame una explicación- le
lance el teléfono.
Encendió la pantalla y vio la imagen.
- Una foto de Alan.
- ¿No me digas? Mira la chica que esta detrás de él vestida
de morado hablando con tu marido. ¿Te suena?
- Eres tú.
- ¡Le tuve a siete miserables pasos y ninguno pudisteis
decírmelo!
Rebeca se giró y miro hacia la cocina.
- ¿Y si el no quería verte?
Esa pregunta me golpeo de lleno en el pecho y ya eran
demasiadas emociones en un día, demasiadas cosas. Mi cuerpo, mi cabeza, mi
pecho ya no aguantaba mas.
Mi cuerpo se volvió frágil y todo mi cuerpo cayó contra el
suelo de golpe dejándome inconsciente.
En esa misma sala…
- ¡Sara!- grito Rebeca mientras se lanzaba contra el cuerpo
de esta.
Salí de la cocina y pude ver el cuerpo inmóvil de Sara en el
suelo:
- ¡¿Por qué le dijiste eso?! – grite desesperado mientras
cogía a Sara en brazos.
- Para que se fuera, no puedo mentirla más.
- ¿A dónde la llevo?- pregunte nervioso
- A la habitación de invitados.
Subí corriendo por las escaleras con ella en mis brazos.
Abrí la puerta de la habitación con un golpe seco de pie y la deje sobre la
cama. Le quite los zapatos y la coloque una almohada bajo su cabeza:
- ¡Llama al medico Rebeca!
- Ya viene.
Le acaricie el pelo, llevaba demasiado tiempo deseando
volver a tocarla.
- Lo siento mucho- susurre en su oído.
- Te perdono.- contesto con los ojos cerrados.
Me sorprendí mucho.
- No me importa si eres real o una jugada de mi imaginación,
lo único que te pido es…
- Dime, lo haré.- le dije suplicante.
- Por favor bésame.- dijo mientras sus mejillas se
coloreaban rosadas.
Sonreí y poco a poco me acerque a sus labios. No podía
aguantarme mas llevaba esperando volver a sentir esos labios desde hace 4 años,
desde ese apartamento.
Mis labios se posaron sobre los suyos y una enorme explosión
surgió desde ellos recorriendo todo mi cuerpo. La querría más que a nada, no sabía
si estaba despierta o dormida pero su lengua me pidió paso. Le permití el paso
y nuestras lenguas volvieron a encontrarse con una pasión contenida. Le agarre
la cara deseando mas de ella, pero me contuve demostrándole que iba a parar
mordiéndole despacio el labio, vi como una sonrisa aparecía en sus labios. Le
di otro pequeño beso y me acerque a su oído:
- Te quiero.
- Gracias- dijo ella mientras su cuerpo volvía a sumirse en
un profundo sueño.
Tenia que salir de una vez de esa habitación. Convertí mi
mano en puños y salí corriendo:
- ¿Alan a donde vas?- me pregunto Rebeca que estaba sentada
en el sofá.
- No puedo más Rebeca.
La puerta se abrió de golpe y por ella entraron Manuel y
Mario.
Los dos me miraron estupefactos.
- Chicos tenemos que hablar- les dijo Rebeca.
- Yo no voy a hablar, me voy a poner a repartir hostias.-
dijo Mario furioso.
Se lanzo contra mí:
- ¿Tu eres imbécil? ¿Sabes todo lo que esta pasando por tu
culpa? Esta tarde fue a la comisaría y le dijeron
que quizás estabas muerto. La
tenías que haber visto, parecía un fantasma.
Me agarro de la camisa y levanto el puño para pegarme. No,
no me defendí en el fondo me lo merecía. Manuel agarro a Mario:
- Mario relájate- le dijo Rebeca.- Todo tiene una
explicación.
Mario se zafo del agarre de Manuel y se sentó en una silla:
- Pues tiene que ser muy buena para que no le mate.
Rebeca me miro.
Me pase la mano por la cara frustrado:
- De acuerdo.- metí mis manos en los bolsillos.- Conseguí
que detuvieran a Tony pero aun me persiguen.
Tengo miedo de que Sara no este a
salvo. Aun la quiero pero ¿y si ella no? Tengo miedo de la reacción que tenga
al verme.
- ¿Tu eres ciego?- me pregunto Mario.
Negué confundido:
- ¿Tu crees que si no te quisiera hubiese pegado un puñetazo
a Daniel?
- ¿Le ha pegado un puñetazo?- pregunte sorprendido.
Manuel se rió:
- En plena gala, llena de cámaras.
Mario continúo:
- ¿Crees que si no te quisiese estaría ahora mismo
inconsciente?
- Pero…- intente decir.
- Ningún pero- me interrumpió Mario.- A pasado mucho tiempo
pero últimamente se acuerda de ti
demasiado, esta deprimida, ya no sabia que
hacer para animarla.
- ¿Seguís juntos?- le pregunte al verle tan preocupado.
Mario sonrió:
- No, poco después de haberte visto en el apartamento se dio
cuenta que no podía mantener una relación
aun queriéndote.
- Lo siento, se que la quieres- dije al verle tan triste.
- La quería de esa forma antes, pero me di cuenta de que no
era lo que verdaderamente sentía. Ahora la quiero y muchísimo pero es como mi
hermana pequeña, siento la necesidad de protegerla de todo lo que la haga daño
incluso tu…
¿Qué iba a hacer yo ahora?
- Mira ella necesita descansar, se va a ir de gira durante un mes. Cuando
ella se recupere podemos quedar para hablarlo y ver como decírselo.- dijo
Manuel.
- De acuerdo.
¿Un mes? Puff pensé.
Me desperté en una cama desconocida:
- ¿Pero qué ha pasado?- me toque la cabeza que dolía
horrores.
Rebobiné todo lo sucedido. Me acorde de lo que me dijo
Rebeca y me dolió el pecho de nuevo. Me toque lo labios sonriendo al recordar
lo que soñé. Parecía demasiado real ¿me estaré volviendo loca? Me pregunte
entre risas.
Me levante de esa cama y baje con alegría las escaleras:
- ¿A dónde vas tita?- me pregunto una vocecita a mi espalda.
Me gire y me encontré a mi pequeña Elisa mirándome con sus
atentos ojos verdes.
Abrí los brazos y se lanzo en ellos. Le bese la cabeza:
- Me tengo que ir a trabajar.
- No quero que te vayas de gira.
Sonreí ¿Así que ya lo sabía?
- Prometo venir y pasar un día contigo antes de irme.
Una sonrisa brillante apareció en su cara provocando unos
pequeños hoyuelos en sus mejillas que la hacían adorable.
Me iba a ir cuando apareció Rebeca junto a su marido Richard
que la rodeaba la cintura con la mano. Elisa salió corriendo de entre mis
brazos y corrió hacia sus padres con los brazos abiertos. Este la cogió.
Mi corazón se estrujo y no pude nada más que agarrarme el
pecho. Era una imagen de una familia… perfecta. Se podía ver el amor que se
tenían Rebeca y Richard y lo más importante querían a su hija mucho mas.
- Me tengo que ir –susurre.
- Sara, espera- se acerco Rebeca a mí mientras Richard se
alejaba con su hija.
- ¿Qué ocurre?- le dije con una pequeña sonrisa.
- Siento lo que dije ayer se…
- No pasa nada. Tienes razón. No tiene que estar aun
interesado en mi, era atractivo y seguramente ahora más. Alguna chica le habrá
robado el corazón- Esta idea me atormentaba, mis ojos escocían detrás de mis
parpados cerrados con fuerza para evitar llorar.
- Sara no me refería…
- No Rebeca está bien, tarde o temprano tenía que superarlo.
Salí por la puerta sin decir nada más.
Siento haber tardado, espero que os gusten. Ahora publicare mas a menudo. Besos
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