sábado, 17 de noviembre de 2012

CAPITULO 40



Había unos seis matones en los cuales se encontraba Alex con la pierna vendada:

- Que bonito- dijo con voz arrogante.

Alan se puso delante de mí:

- ¿Qué quieres?- le pregunto

- ¿Pues que va ser? A ti y a la chica.

- Ni lo sueñes.- le contesto Alan abrazándome.

- ¿Quien me lo va ha impedir?

Alex hacia que la rabia se apoderará de mi. Me adelante hacia delante.

- Yo –le dije decidida.

Comenzó a reírse en mi cara. Coloque mi mano en mi espalda y saque la pistola de mi pantalón. Cuando vio la pistola palideció pero se hizo el duro.

- ¿Qué, ya no te ríes tanto?- Le dije apuntándole justamente en el pecho.

- Sara no hagas una locura.- me susurro Alan.

- Alan ¿confías en mí?

- Si.

- No me vas a hacer nada- nos interrumpió Alex.

- Sabes perfectamente que si.

- Sara tengo una idea.-me susurro.

- Dime.

- Cuando diga ya, saltamos por el acantilado.

- ¿Estas loco?

- ¿Confías en mí?- me hizo la misma pregunta que le hice yo.

- Pues claro.

Volví mi atención a los matones. Ellos creían que no iba a disparar por lo tanto les pillaría por sorpresa. Podría herir a unos cuantos de ellos entre los cuales estaba Alex quería que se llevara su merecido.

Rápidamente dispare a algunos de los matones y deje a Alex el último al cual le di en el brazo:

- Te lo mereces- le grite.

Me gire y agarre de la mano a Alan:

- ¿Preparada?-me pregunto.

Mire bajo mis pies y vi como las olas arremetían contra el acantilado. El miedo se apodero de mis ojos:

- Estas conmigo tranquila. Uno, dos, ¡ya!

Saltamos los dos a la vez agarrados de la mano.

El agua choco contra nuestros cuerpos. Alan me arrastro bajo el agua hacia un hueco que había entre las rocas. Era de noche y el agua por lo tanto estaba muy fría.

-¿Estas bien?- me pregunto preocupado.

- Un poco emocionada pero creo que bien.-le respondí con un sonrisa.

- ¿Tenemos que esperar a que se vallan?

Oímos con dificultad el ruido de motores que se desvanecían.

- Vamos.- Alan me agarro la mano bajo el agua y me arrastro fuera del agujero.

- ¿Ahora a donde vamos?

- Tenemos que nadar hacia la orilla.

Comenzamos a nadar pero con las olas era difícil.  Llegamos con dificultad ya que el agua estaba fría y entumecía nuestros brazos y piernas.

Nos quedamos tumbados en la arena recuperando el aliento, pero rápidamente Alan me ayudó a levantarme.

Comenzamos a correr entre la gente que paseaba tranquila por el paseo marítimo. Nos miraban impresionados.

Llegamos al hotel y subimos corriendo a nuestra habitación. Cerró la habitación y se dirigió al baño. Yo me quede esperándole sin saber que hacer. Oí como hablaba por teléfono.

Volvió a la habitación frustrado y comenzó a meter en una mochila todas nuestras cosas:

- ¿Que vamos a hacer? –le pregunte confusa.

- Tú, irte a casa y yo huir.

- ¿Cómo?

- Lo que has oído, me he arriesgado mucho contigo.

- ¡Pero no puedes irte!- le grite notando las lagrimas salir por mis ojos.

- Sara es lo mejor.

Me agarro de la mano y salimos de la habitación. Bajamos las escaleras a toda velocidad y al llegar a la puerta del hotel para salir vimos como unos matones venían hacia el hotel:

- Mierda- dijimos los dos al unísono.

Volvimos por donde habíamos venido y nos dirigimos a la cocina del restaurante.

Esquivábamos a los cocineros que nos gritaban, llegamos a la puerta trasera y al salir encontramos a un chico esperando con un coche. Alan se acerco al chico:

- ¿Te importa dejárnoslo?

El chico negó pero Alan le saco del coche y se metió el diciéndome que subiera:

- Lo siento- le dije al chico mientras entraba en el coche.

Alan conducía a una velocidad tremenda. Salimos de la ciudad dirigiéndonos hacia un bosque. No quería hablar y tampoco quería que el recorrido que estábamos haciendo se acabara. Solo quería volver a unas horas antes cuando estábamos acurrucados en la cama viendo la tele.

Llegamos aun descampado donde había otro coche con las luces encendidas.

Alan se bajo y yo le seguí. Al ver quien nos esperaba me sorprendí mucho. Mario estaba apoyado en un hummer.

- Hola- le dije.

- Llévala a casa por favor y por ningún motivo la dejes meterse en líos. – mientras le entregaba mi bolso con mis pertenencias.

- No me pienso ir- dije decidida.

- Sara, por favor es por tu bien- me dijo agarrándome de los hombros.

- Me da lo mismo si me voy te vienes conmigo y si no me voy contigo- le dije mientras surcos de agua se formaban en mis mejillas.

- Sara, por favor te prometo que cuando acabe todo volveré a por ti.

Negué con la cabeza:

- No Alan por favor.

Oímos el ruido de un motor acercarse y Alan me beso con deseo, arrepentimiento, tristeza. Decididamente un beso de despedida.

- Mario llévatela.

- Te quiero- me susurro y note como algunas lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos.

Mario me cogió en hombros mientras yo forcejeaba para que me soltase. Le pegue puñetazos, patadas y se que le dolieron pero no me soltó. Gritaba el nombre de Alan mientras me alejaba de el hacia el coche. Mis llantos no cesaban.
 
Mario me metió en la parte trasera del coche y rápidamente arranco y comenzamos a alejarnos de aquel descampado donde deje a la persona que me había robado el corazón con tan solo su mirada y sus sonrisas.

Espero que os haya gustado se que os deje con la intriga jijijij Bueno ya llevamos nada mas ni nada menos que 40 capitulos!!!! Gracias a todas por comentar me haceis sonreir cada vez que leo vuestros comentarios. Besos a todas!!!

4 comentarios:

  1. Me gusto mucho !!! :) enserio asi que pronto el siguiente, aunque no me gusto que se separasen de neuvo jo:( xD
    un bess !

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  2. Me encantó!!! Dnde se habrá ido Alan?? jeje un besitoo guapa:)

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¿Que te parece la historia?